miércoles, 1 de diciembre de 2010

EL SAUCE LLORÓN

Un dia de primavera, junto a un curso de agua, aparecio una plantita, pronto llamò la atencion porque se desarrollaba con gran fuerza. Y no era para menos. Junto al arroyo, lejos de toda molestia, rodeada de paz, humedad y sol... los arboles vecinos la llamaban "la planta alegre".
Meses mas tarde encontro en el curso de agua un espejo, donde no se cansaba de mirarse y de admirarse por sus verdes ramas. Aparentemente tenia todo lo que podia ambicionar y no necesitaba de nadie ni de nada... hasta ignoraba si existian otros arboles.
Durante un dia nublado, ya que no se veia reflejada, tuvo una idea. Quiso levantar sus ramas, mirar lejos, como quien anhela nuevos horizontes. Quiso descubrir lo que la rodeaba, pero no fue posible, a pesar de que lo intentò varias veces. Sus ramas, como cansadas, seguian acariciando el arroyo.
Penso en pedir ayuda, pero su orgullo se lo impedia... ¿Quien me ayudaria a mi? Pensaba angustiada. Y un escalofrio de tristeza sacudio su existencia.
La brisa agito una vez mas en las aguas, las largas ramas de la "planta alegre" que luego, pausadamente, dejaban caer lagrimas de impotencia porque ya no podia erguirse para apreciar lo que la rodeaba...
Desde entonces ya no sueña con mirarse en el espejo del arroyo.
Hoy, todos los que la ven la llaman "sauce lloròn".
En nuestra vida, a veces, sucede algo parecido. El egoismo, salpicado de vana gloria, nos impide realizarnos en la comunidad, en la familia y ser uno mismo.
"El hombre ha querido encontrar su reposo a la sombra de si mismo".
"Y el resultado ha sido que sigue sin encontrarlo".
Cuando no descubrimos y no aceptamos el mundo que nos rodea, terminamos lamentando y pateando nuestra propia existencia.