martes, 1 de marzo de 2011

INTIMAR CON NOSOTROS MISMOS

Todo lo que existe en nuestras vidas, todo lo que hemos creado a nuestro alrededor, es simplemente un reflejo de lo que llevamos dentro.

La intimidad forma parte de nuestras necesidades esenciales, sin ese privado y sagrado espacio de creencias, pensamientos, sueños, proyectos que nos constituyen como seres únicos nos sentimos como amputados de nosotros mismos.

La claridad con la que seamos capaces de percibir nuestra vida y lo que ocurre en ella, es factor fundamental para nuestro bienestar interior.

Para estar bien con otra persona, necesitamos estar bien con nosotros mismos.
De eso se trata la intimidad, de conocernos íntimamente, internamente, honestamente.
Se trata de poder mirarnos al espejo y reconocernos y aceptarnos tal como somos.

No se escuda ni en el pasado ni en el futuro, puede percibirse como algo que nos gusta o que nos disgusta, nos revela realmente quienes somos; deja al descubierto nuestras heridas emocionales, temores y resistencias.

Para poseer una intimidad, se debe estar dotado de un “si mismo”.
Necesitamos ser reconocidos como persona.

No es en la superficialidad donde el ser humano se distingue de sus semejantes, sino en la intimidad: el ser humano vale lo que vale su intimidad.

Compartir el propio ser completamente, sin límites, deja al desnudo el profundísimo temor a ser rechazado por ser quienes somos.

Una vez que logramos intimar con nosotros mismos, aprendemos a aceptarnos por lo que somos, y nos sentimos lo suficientemente cómodos como para relajarnos y permitirnos fluir libremente con lo que sentimos, para expresarlo armónicamente.

Es importante recordar que no podemos intimar con otra persona, más de lo que somos capaces de intimar con nosotros mismos.

¿Cómo podemos esperar que alguién sepa como nos sentimos si nosotros mismos no lo sabemos?

Es importante mantener siempre presente que nadie nos puede dar lo que no tenemos, ese es un trabajo que nos toca realizar a nosotros mismos.

Si sentimos que hay algo que nos falta, e intentamos encontrarlo en otra persona, lo único que encontraremos será la decepción.
Y no podía ser de otra manera pues simplemente estaremos viendo el reflejo de lo que llevamos dentro...