domingo, 25 de diciembre de 2011

LA MARAVILLOSA CAPACIDAD DE ASOMBRARNOS

La capacidad de asombro es profundamente humana., pero solemos perderla a medida que nos hacemos adultos. Lo ciertro es que, si nos fijamos, la vida está llena de pequeñas y grandes maravillas que nos dejan boquiabiertos. Cultivar la capacidad de asombrarnos cada dia nos animará a apreciar más la vida y nos motivará para ser personas más altruistas.
Albert Einstein dijo:"Uno no puede dejar de asombrarse cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de las maravillosa estructura de la realidad. Es suficiente tratar de comprender un poquito de este misterio cada día; nunca perder esa sagrada curiosidad".
Las imvestigaciones actuales en el campo de la psicología positiva le dan la razón a Einstein, pues evidencian que el asombro es una de las emociones positivas que se correlacionan con el bienestar y el florecimiento humano.
El asombro se relaciona con la inspiración y explica que sentimos asombro cuando nos topamos con "lo bueno a gran escala", cuando nos sentimos  sobrecogidos por lo grandioso. Nos pueden asombrar la naturaleza por ejemplo, la vastedad del océano o la perfección de una colmena. También nos puede asombrar la naturaleza humana cuando contemplamos su mejor cara: al observar unas pinturas rupestres pintadas hace miles de años, o cuando un cirujano puede operar con éxito el coarazón de un feto que todavía está en la matriz de la madre para corregir un mal congénito.
Otra fuente de asombro que a menudo se queda sin explotar es la de la gente que nos rodea. Pensamos que alguien es una persona "común y corriente" o incluso aburrida, pero si hablamos con ella, si nos interesamos por sus historias y experiencias, nos podemos encontrar con sorpresas sobre lo que ha hecho, lo que sabe, sus cualidades o sus talentos. También nos puede asombrar la maravillosa capacidad para ser generosas, creativas, versatiles...
Estemos donde estemos, siempre encontraremos algo digno de asombro que nos recuerde que el mundo es mucho más grande que nosotros y nuestros problemas.
Margarita Tarragona ( Doctora en psicología).

domingo, 18 de diciembre de 2011

PERLAS

Qué hermosas son las perlas. . . aún así debemos saber que son producto del dolor.
Toda perla es la consecuencia de una ostra que ha sido herida por un grano de arena que ha entrado en su interior. Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas...
En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia llamada “nácar” y cuando un grano de arena penetra en la ostra, ésta lo recubre con capas de nácar para protegerse. Como resultado, se va formando una hermosa y brillante perla.
¿Te has sentido herido por las palabras, o actitudes de alguien?
¿Has sido acusado de decir cosas que nunca has dicho?
¿Han sido tus ideas rechazadas o ridiculizadas?
¿Te han culpado de haber hecho algo que jamás hiciste?
¿Tu actitud frente a ciertas situaciones, se malinterpreta?
¿Has sufrido alguna vez los golpes de la indiferencia?
¿Te han herido precisamente aquellas personas que menos esperabas?
¿No te valoran como realmente lo mereces?
Entonces, perdona y haz de tu herida una perla. Cubre tus heridas con varias capas de amor, recuerda que cuanto más cubierta esté tu herida, menos dolor sentirás.
Por el contrario, si no la cubres de amor, esa herida permanecerá abierta, te dolerá más y más cada día, se infectará con el resentimiento y la amargura y peor aún, nunca cicatrizará.
En nuestra sociedad, podemos ver muchas "ostras vacías" no porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar el dolor en una perla.
“Una  perla es… una herida sanada por el amor"

jueves, 15 de diciembre de 2011

AMAR SIN ENGAÑARSE

Enamorarse es creer que el otro es un ser sin fisuras que llenará nuestro vacío. Para mantener esta ilusión, solemos negar lo que nos disgusta de nuestra pareja, de nosotros mismos o del carácter de la relación. También, para sentir menos dolor cuando la relación termina, negamos todo lo que depositamos en ella. Amar con fortaleza no significa pasar por encima de todo lo que nos duele sino saber confrontarlo y llenar la distancia entre el ideal y la realidad.
Ante la ruptura de una pareja pueden suceder dos cosas distintas. Por una parte, reconocer el dolor, actitud que exige un esfuerzo de reflexión y de rescate de cada uno de los afectos depositados en los recuerdos que nos vinculan a la persona que abandonamos -o que nos abandona-. Este paso es indispensable para recuperarnos a nosotros mismos,  lleva un tiempo que no puede ni suprimirse ni acelerarse. Esta manera de encarar la separación requiere, además, fortaleza psicológica y una relativa capacidad de tolerar la soledad para encontrar en ella una ocasión de enriquecimiento personal.
Pero hay una segunda salida no tan saludable, aunque pueda parecer más práctica: negar la importancia del vínculo, endurecerse, no sentir pena, arrinconar los recuerdos para que no duelan y, sobre todo, dirigirse rápidamente a un nuevo amor que suplante el vació dejado por nuestra pareja, precisamente para no encontrarnos con él. Hay personas que actúan así y que, aparentemente, son más felices y admiradas por los demás, que consideran esta conducta un signo de fortaleza. Pero, en realidad, estas personas no soportan ese vació imposible de llenar en cada uno de nosotros y se aferran a un amor ideal del que esperarán que les resuelva todas las insatifacciones inevitalbles que la vida nos depara.
Recordemos, para acabar, este fragmento de una canción de Joan Manuel Serrat. "Ay mi amor, que me desvela la verdad, entre tú y yo la soledad y un manojillo de escarcha". Cuando se acaba la ilusión, no obstante, puede haber algunos matices que nos eviten sentir la frialdad de la escarcha.
Claudia Truzzoli (psicóloga y psicoanalista)

domingo, 11 de diciembre de 2011

DARSE A LOS DEMÁS

La capacidad de entrega incondicional a una causa mayor que uno mismo, la compasión por el sufrimiento ajeno, dar sin esperar nada a cambio... son lecciones vitales que se desprenden de la labor humanitaria de esta monja que fue reconocida con el Nobel de la Paz.
La Madre Teresa de Calcuta es un modelo por su capacidad de dar, de vincularse con todo tipo de dolor y de ayudar a otros a soportarlo. Ella nos da esperanza, nos ilumina ante la posibilidad de volvernos seres más sólidos y absolutamente entregados a la intensidad de la vida. Nos ayuda a tener confianza en nuestra capacidad de amar. Ella nos habla del amor compasivo y es un modelo de entrega total. Quizás, en este punto, deberíamos considar lo que se entiende por amor compasivo, que nada tiene que ver con el hecho de sentir pena sin más. La compasión es algo distinto, es padecer con el otro, es estar al lado de la persona que surge, junto a ella. No es sentirse superior, o mirarlo desde fuera y sentir tristeza. Es algo mucho más profundo; es sentir lo que siente el otro, saber que el dolor que experimenta la otra persona es también el propio dolor. Como ella misma expresó: "La compasión es como el vuelo del alma hacia el prójimo".
Nuestra sociedad occidental vive de espaldas al sufrimiento, insiste en hacernos creer que el camino correcto es evitar el dolor, negarlo, no sentirlo. Y nos ofrece un buen número de técnicas para vivir distrídos: la televisión (no como medio en sí sino en la forma de programas que no están dirigidos a que la gente entienda, se cultive y se conecte sino a que se distraiga y no sienta o piense en el dolor humano), los centros comerciales, la publicidad y la cultura de consumo en general.
El psicólogo y psicoteraperuta estadounidense Hohn Welwood, dice que "si queremos permanecer abiertos a la vida y no sucumbir a la depresíon o al cinismo, debemos aprender a vivir con el corazón roto, aunque lo que realmente se rompe es el caparazón que lo rodea. El amor comienza cuando aceptamos nuestas heridas y nos enamoramos de la cicatriz. Entonces podemos acariciar la herida del otro.
La madre Teresa nos enseña a aceptar que el dolor es parte del ser humano. Todos nosotros tenemos dolores profundos y atravesar esta vida significa aprender a convivir en el sufrimiento.
Cuando no huimos de nuestas emociones más difíciles, sino que convivimos con ellas, nos convertimos en personas más sensibles, más humanas y abiertas a la capacidad de amar.
Silvia Salinas, psicóloga gestáltica y escritora. Es autora con Ana Guillot y Rossana Spinzo, de "La lección de las diosas", que recoge las enseñanzas de mujeres que han hecho historia.

domingo, 4 de diciembre de 2011

DOMINAR LA VERGUENZA

Nos avergonzamos cuando nos encontramos en inferioridad frente a los demás o cuando contravenimos las normas de comportamiento. La vergüenza es una emoción que tiene cierta utilidad para regular las relaciones, pero un exceso de ella nos inhabilita y retrae. Saber manejarla y, sobre todo, evitársela a los demás, nos hará sentir más satisfechos con nosotros mismos.

No intentemos, pues , desterrar la vergüenza del registro de nuestros estados de ánimo. No tengamos miedo a sentirla: puede ayudarnos a ver hasta dónde no debemos llegar. Solamente debemos intentar no dejarnos dominar por ella. No permitamos que nos aísle: cuando suframos por su causa, confiémoslo a nuestros allegados, sin desvalorizarnos. Y, sobre todo, intentemos no infligírsela a los demás, humillándolos: una vergüenza manipulada así y no autoproducida no conduce a un deseo de cambio personal sino a uno de venganza. El filósofo Nietzsche lo expresó perfectamente el La gaya ciencia:
-¿A quién llamas malo?
-Al que siempre quiere avergonzar.
-¿Qué consideras más humano?
-Evitarle la vergüenza a alguien.
-¿Cúal es el signo de que se ha conquistado la libertad?
-No avergonzarse ya de uno mismo.
Simplemente, sentirse un poco incómodo de vez en cuando es más que suficiente.
Christophe André. Su último libro (Los estados de ánimo. El aprendizaje de la serenidad)