martes, 10 de enero de 2012

DESINTOXICACIÓN EMOCIONAL

No solo nos nutrimos de alimentos, también de emociones que entran, nos dejan huella y deben ser descargadas.

Entre nuestro cuerpo físico y nuestra mente, conectándolos y envoviéndolos, se encuentra el territorio misterioso de las emociones. La emociones se expresan a través de nuestro cuerpo, de nuestros gestos, de nuestra mirada, de nuestras lágrimas o palabras; y también están conectadas con la mente, con nuestros pensamienatos, nuestra concepción del mundo y de las personas.
La energía penetra en nuestro organismo a través del aire, del agua y de los alimentos, y cuando asimilamos los nutrientes y el oxígeno, expulsamos todo aquello que no necesitamos o que nuestro cuerpo no puede asimilar. Pero también nos alimentamos de sentimientos, de sensaciones, de corazonadas, de inquietudes y estremecimientos... En difinitiva, de emociones que entran, dejan huella y deben ser descargadas.
Y así de la misma forma que ciertas sustancias contenidas en el aire que respiramos, una vez que cumplen su trabajo oxigenando las células, deben expulsarse, las ideas deben comunicarse; los sentimientos, compaartirse, y las emociones expresarse.
Desgraciadamente, vivimos en una sociedad que favorece la carga y ofrece pocas ocasiones para la descarga. Las sociedades consumistas representan un estímulo psicoemocional y físico constante en el que parece que no hay lugar para el descanso, la descarga, la relajación y la expresión adecuada de emociones. Esta situación hace que la burbuja que somos esté siempre en permanente tensión, lo que favorece la multiplicación de problemas de salud físicos, psíquicos y emocionales.
Si queremos estar bien física, anímica y espiritualmente, debemos dar salida a nuestras emociones sin reprimir ni juzgar.
Escribir es una forma muy especial de expresar emociones. De hecho, esa ha sido siempre la función de los diarios íntimos: allí podemos expresar espontáneamente nuestras inquitudes y experiencias, nuestos sueños y proyectos. En cualaquier caso, lo que importa es que esos pensamientos y emociones salgan, combinando la exploración interior, incluidos nuestros resquicios más oscuros, el desahogo emocional y la comunicación en el mundo exterior.
Jesús García Blanca, escritor e investigador, especialista en salud, ecología y educación.