viernes, 4 de mayo de 2012

EL ARTE DE DESACELERAR

Nos esforzamos por estar activos en todo momento; sin embargo, el ocio puede ser una manera de "hacer" mucho más saludable. Descansar, contemplar, soñar despiertos... aumenta el bienestar de cuerpo y mente, genera nuevas ideas y ayuda a "fluir" con la vida.
 
¿No tiene la sensación de que la vida se le está escurriendo permanentemente entre los dedos? Padecemos una sobrecarga de estímulos, tenemos la sensación de estar sometidos a una permanente exigencia... y, sin embargo, ansiamos transmisores de datos más rápidos, móviles con más prestaciones; estamos conectados a Internert a todas horas, siempre disponibles...
y tenemos miedo de perdernos algo, de quedar "descolgados", como si nuestro tiempo cada vez escaseara más, y soñamos con un momento de relax... Pero, al mismo tiempo, no hay nada que temamos más que la inactividad y el aburrimiento
 Necesitamos un cambio de rumbo, desandar el camino de la aceleración y recuperar la calma. Pero para encontrar la fuerza suficiente, nos urge precisamente eso de lo que más carecemos: ocio para desarrollar nuevas ideas y tiempo para revisar nuestros arraigados modos de conducta. Los estados propicios al ocio -dormir, meditar o simplemente mirar por una ventana-  no son en modo alguno tiempo perdido, sino que fomentan nuestro bienestar, la creatividad e, incluso, el rendimiento. Y resistirse al enorme flujo de información y comunicación actual y a estar en disposición permanente no es descolgarse del mundo, sino ganar tiempo y fortalecer lo que necesitamos con más urgencia: fuerza de voluntad para elegir.

El tiempo del ocio es un tiempo para hacer algo exclusivamente por nosotros mismos. Lo que significa esto nos lo enseña a la perfección cualquier niño que está jugando: se halla tan sumido en su actividad que se olvida completamente del tiempo y no se plantea nunca si el juego le  va a conceder algo.
Ulrich Schnabel (es autor de Ocio. La felicidad de no hacer nada).