martes, 9 de octubre de 2012

DESHACER NUDOS

Familiarizándose con las sensaciones corporales se puede detectar cómo el cuerpo ha reaccionado con tensión a determinadas situaciones vitales y cómo algunos conflictos siguen latentes esperando a ser resueltos.


Algunas personas relatan que, a veces, tras un masaje o una sesión de yoga, al relajar la tensión acumulada, les ha sobrevenido una emoción o un episodio del pasado: han revivido la sensación de ahogo con la que creyeron morir en el agua hace años o han recuperado el tacto suave de un peluche que les aconpañó en su infancia. Eso que la memoria les negaba y que el cuerpo parecía haber retenido largamente en sus tejidos más profundos se ha escapado entonces con un grito, una lágrima o un estremecimiento de bienestar; ha podido ser evocado en toda su intensidad y un nudo antiguo se ha empezado a deshacer.
Si el cuerpo registra con precisión la vida de cada persona -con cada arruga, cada cicatriz y su propia actitud frente al mundo-, muchos puntos dolorosos o rígidos podrian informar de asuntos pendientes de la psique, respuestas inhibidas y conflictos interiores que piden ser expresados. Pero también de nuestras verdaderas posibilidades. Sofocamos con tensión lo que no nos permitimos sentir.
EL CUERPO HABLA.
Nos sorprendería conocer lo que vive cautivo en nuestro cuerpo: sentimientos, recuerdos, pensamientos, a veces simplemente sensaciones neutras o placenteras, que esperan emerger a la conciencia con un mensaje para vivir.
Afrontar dolores ocultos, abrirse a descubrirlos, sin expectativas, implica simplemente permitir que se expresen, sentar las condiciones para que puedan liberarse e integrarse. Cada obstrucción detuvo un movimiento que, llegado el momento adecuado, podría reanudarse y completarse. Basta con estar dispuesto a abandonar un patrón habitual de tensión que, aunque limitante y doloroso, ofrece algunas ventajas prácticas: al fin y al cabo, es el que conocemos y el que nos ha permitido adaptarnos y sobrevivir. El proceso requiere, pues, el máximo respeto hacia los mecanismos del cuerpo y la mente. Cuando la fuerza vital circula sin obstáculos se recupera la flexibilidad, la espontaneidad de movimientos, la capacidad de respuesta y la conexión con ciertas áreas de la memoria. Experimentamos entonces una gran libertad.
Yvette moya-Angeler