jueves, 13 de diciembre de 2012

EL HOMBRE QUE SE ENCONTRÓ A SÍ MISMO

“Quiso encontrarse a sí mismo en sus amigos, y los amigos le dieron de lado. Quiso encontrarse a sí mismo en su mujer, y su mujer lo abandonó. Quiso encontrarse a sí mismo en su hijo, y su hijo se fue de casa. Por fin, se miró dentro y se encontró a sí mismo, pero le faltaban el hijo, la mujer y los amigos”.
Nos obsesionamos por ser nosotros mismos, por ser independientes, porque quizá nos han vendido la falsa idea de que para ser feliz hay que ser autónomo, hay que ser uno mismo, hay que evitar depender de los otros. Sin embargo no es así. El ser humano es dependiente lo quiera o no, desde que nace hasta que muere necesita el cuidado y el apoyo de los demás.
Quien contempla su vida como un barco en alta mar que tiene que eliminar peso (el peso de su dependencia) para no naufragar, seguramente acabará ligero de equipaje, eso sí, pero solo, tristemente solo. Le ocurrirá como al hombre que quiso encontrarse a sí mismo: al final lo consiguió, pero cuando se miró adentro no se vio a sí mismo, porque no se es uno mismo sin los demás.