martes, 24 de abril de 2012

FÉRTILES ANHELOS, VALIENTE CORAJE

La vida es maravillosa si no se le tiene miedo. Charles Chaplin.
A menudo escuchamos que los valientes, los que se arriesgan, los que se la juegan y apuestan por una vida distinta, por crear nuevas circunstancias cuya construcción se prevé difícil, incluso imposible, son unos locos. Pero quizás el coraje no tenga nada que ver con la locura. Probablemente el coraje más que la ausencia de miedo es la consciencia de que hay algo por lo que merece la pena que nos arriesguemos.
El coraje es fuerza al serviciao del amor y de la consciencia. El coraje nos mueve porque creemos que aquello que queremos crear, cambiar, construir, tiene sentido. Tiene tanto sentido que nos puede llevar a superar nuestros miedos, a enfrentar dragones internos y externos y partir en un viaje del cual regresaremos completamente transformados, bien perque hayamos logrado encarnar el anhelo que nos llevó a partir, bien porque tras la aparente derrota habremos aprendido algo nuevo que nos llevará a los demás y a nosotros mismos. Sea como sea, habremos crecido en el viaje interior, si somos capaces de hacer alquimia del dolor o de no dejarnos enloquecer por el éxito o la realización si hemos sido bendecidos por éstos.
Nuestros anhelos y nuestro coraje van a ir siempre de la mano. El anhelo nos invita a crecer y el coraje nos hace crecer. El primero es semilla, es potencia, es idea;  el segundo es acción, transformación, realidad, Y en ese baile, el desarrollo en lo espiritual y en lo real que nos proporciona el coraje, alimenta nuevos anhelos en una espiral cada cada vez menos densa y más sutil. La danza de nuestros anhelos y nuestro coraje es la que transforma nuestra vida y la de los que nos rodean. Es esa extraordinaria danza la que hace que las utopías del pasado sean realidades hoy, y que nuestras utopías de hoy, quizás, sean las realidades de mañana.
 Álex Rovira
El miedo hace que se produzca lo que se teme. Viktor Frankl.

jueves, 19 de abril de 2012

NO ES PARA TANTO

Insistir en que no es para tanto equivale a no reconocer cómo se siente el otro. Tratar de entenderlo y ofrecerle una disculpa, en lugar de justificarnos, contribuirá a resolver el conflicto.
Si debes hacerme un reproche... no pienses en lo que es normal o no decir. O en lo que a ti te sentaría bien o mal. Piensa en lo que yo esto preparado para recibir....no tomes mi seguridad o mi fragilidad como una característica fija. En determinadas circunstancias, puedo ser má vulnerable...fíjate en mi  reacción. En mi cara encontrarás todos los signos para saber hasta dónde puedes llegar.
Si tu reproche me duele...no te justifiques. No intentes racionalizar lo que se puede decir o no. Yo no puedo evitar que tu reproche me haya afectado...cambia el "no es para tanto" por el "no quería hacerte daño". Solo una disculpa sincera nos acercará y nos ayudará a recuperar la confianza...busca el diálogo e intenta comprender mis circunstancias. Si siento que me entiendes no dudaré en zanjar el conflicto.
Ferran Ramon-Cortés

domingo, 15 de abril de 2012

OLER PARA RECORDAR

La agradable fragancia y olores que nos deja la lluvia cuando cae después de un periodo relativamente largo, caluroso y seco es una experiencia inolvidable, refrescante y relajante.
Quién no ha revivido emociones y situaciones de la temprana infancia al abrir un viejo baúl y recibir el impacto oloroso de los viejos juguetes, los vestidos y otros objetos? Los olores evocan mejor que cualquier otro sentido memorias de la infancia, particularmente de los diez primeros años de vida.
El sentido del olfato evoca emociones de forma poderosa. Debido a nuesta fisiología cerebral, un determinado olor puede trasladarnos al pasado en menos de un segundo para recordarnos ciertas situaciones que han sido relevantes en nuestra vida. Las razones de tan estrecha relación entre el olfato y la memoria debemos buscarlas en nuestra historia evolutiva.
Más  que cualquier otro sentido, el olfato nos devuelve al pasado creando de un modo muy vivo la sensación de "estar allí", de revivirlo intensamente y  aunque muchas veces lo infravaloremos, seguimos utilizando nuestro sentido del olfato y valiéndonos de él, a menudo inconscientemente, para recordar cosas que han sido y son importantes en nuestra vida.
Ignacio Morgado "Acaba de publicar Cómo percibimos el mundo: una exploración de la mente y los sentidos.

miércoles, 11 de abril de 2012

HUMANA RESPONSABILIDAD

La vida, nuestra vida, se crea a través de las respuestas que le damos al conjunto de circunstancias que nos toca vivir. La vida es una elección permanente.
La habilidad en dar esas respuestas, la "responsabilidad", determina en buena manera no sólo el desenlace de los lances cotidianos, sino el devenir, nuestro futuro, nuestro destino.
La responsabilidad nos ofrece un gran don: el de no resignarnos. El de pensar y sentir, momento a momento, cúál es la respuesta que nos está solicitando la vida.
Frente a la crisis, el dolor, el revés, la infamia, la injusticia, la desesperación o la pérdida, tenemos el bálsamo de la ternura, la paciencia, la voluntad de sentido, la entrega, la gratitud, la generosidad, el coraje, el propósito y otras tantas actitudes que nosotros podemos elegir responsablemente para seguir andando y construir la calidad.
¿Qué podemos hacer entonces para cambir el mundo, nuestro mundo, aquí y ahora? Ser responsables, simplemente. Y aderezar esa responsabilidad con unas buenas dosis de alegría, buen humor y amor. El paraíso, entonces, estaría en la tierra.
Álex Rovira
Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo. León Tolstoi.

lunes, 2 de abril de 2012

MANEJAR LA CULPABILIDAD

La culpabilidad es una emoción con un fuerte componente social, pues permite que nos demos cuenta de cuándo hemos causado daño al prójimo. Un exceso de ella, sin embargo,es signo de una autestima débil. Hallar el equilibrio entre la utilidad y la perversión de este estado de ánimo requiere acogerlo, observarlo, valorar lo sucedido y ofrecer una reparación cuando sea oportuno.
El otro dia tuve una pesadilla: vivía en una ciudad en la que nadie sentia culpa.¡Era un infierno! En el metro, todos me empujaban o me pisaban sin excusarse, sin parecer siquiera turbados. Mis seres queridos me hacían críticas sin guardar las formas, y se sorprendían de que esto me apenara, Todos mentían, agredían, hacía trampas, robaban, sin sentirse mal. Nadie reflexionaba sobre el daño que causaba, nadie se sentía obligado a reparar sus errores o sus malas acciones...Al despertar, me sentí aliviado por haber vuelto a un mundo en que el sentimiento de culpabilidad existía...
Es raro desear que sufran los demás, pero es bastante frecuente que podamos hacerlo: la culpabilidad nos ayuda entonces a tomar conciencia de ello y ajustar progresivamente nuestro comportamiento a la sensibilidad de los demás. Podemos decir, así que la culpabilidad nos ayuda a mejorar como seres sociales. En efecto, a un nivel interpersonal, la culpabilidad nos induce a tener comportamientos de reparación: a excusarnos, pedir perdón, consolar... Por eso, sin culpabilidad, nuestro mundo sería insoportable: imaginemos una sociedad en la que nadie reflexionara sobre sus actos, ni quisiera mejorar, ni pidiera nunca perdón.
Así pues, las tres etapas para afontar la culpabilidad son: tomar conciencia de ella, aclararla y, finalmente, decidir qué hacer.La culpabilidad es, en el fondo, un excelente ejemplo de cómo los estados de ánimo dolorosos pueden iluminarnos: ya sea sobre nuestros comportamientos, ya sea sobre quines nos rodean o sobre las presiones que nos impone la sociedad. Continuemos, pues, culpabilizandonos. Pero siempre con lucidez.
Christophe André