sábado, 29 de marzo de 2014

AMOR A LA TIERRA

Vemos la Tierra como un objeto inanimado porque nos hemos alejado de ella. Y también nos hemos alejado de nuestro cuerpo. Son muchas las horas del día que pasamos sin ser conscientes de él. Estamos tan atrapados en nuestro trabajo y nuestros problemas que nos hemos olvidado de que somos algo más que nuestra mente. Muchas enfermedades se derivan, precisamente de ese olvido.

Y también nos hemos olvidado de que la Tierra forma parte de nosotros y de que nosotros formamos parte de ella. Eso influye en cómo la tratamos.
Cuando veamos a nuestro cuerpo como un milagro, veremos también a la Tierra como un milagro y empezaremos a cuidar su cuerpo. El cosmos resplandeciente y elegante que vemos es, de hecho, nuestra propia consciencia y no algo ajeno a ella.

viernes, 21 de marzo de 2014

EL AMOR A LOS PADRES

"Los niños empiezan queriendo a sus padres; cuando crecen los juzgan; a veces, los perdonan" dice Oscar Eilde en una de sus obras. Hay personas que lo hacen pronto, incluso de forma inconsciente, acaso porque han tenido una buena relación y asumen el vínculo con naturalidad; otras necesitan más tiempo, tal vez ayuda o el revulsivo de un acontecimiento que transforme su mirada.

Nuestros padres forman parte de lo que somos. Podemos desear cambiarlos o que hubieran sido diferentes, pero es en la aceptación del vínculo que se tiene con ellos y de que son como son donde reside la posibilidad de asumir y agradecer esa vida que nos han dado, con todas sus consecuencias. Puede que, a su vez, la vida nos obsequie así con un atisbo más certero de quiénes somosy de quiénes son realmente nuestros padres.

lunes, 17 de marzo de 2014

EL PODER DEL SILENCIO

¿Qué buscamos cuando madrugamos para llegar a un sitio a contemplar el amanecer? ¿De qué hablamos cuando decimos que necesitamos un buen rato en la bañera para desconectar? ¿Qué mensaje escarbamos cuando nos desplazamos a lugares remotos y frios a vivir una aurora boreal? Tal vez no nos demos cuenta de que estamos a la búsqueda del silencio. Necesitamos recuperar el diálogo con nosotros mismos, que es lo que el ruido nos ha arrebatado. El silencio dilata el tiempo, así que con las interferencia auditivas también perdemos ritmo de vida.
Podemos ejercitar el silencio. De la misma manera que consideramos que el entendimiento con nuestra pareja o amigos es óptimo cuando los silencios son cómodos y no violentos, podemos buscar ratos de silencio para nosotros mismos. Entrenarlo de la misma manera que animamos a nuestros músculos a trabajar, o a nuestro cerebro a recordar conocimientos adquiridos. En un mundo presidido por el ruido.. podemos "citarnos" con el silencio una o varias veces a la semana, hacerlo como quien va al gimnasio y no dejarnos vencer por la pereza de combatir el estruendo que nos envuelve.

viernes, 7 de marzo de 2014

LOS LIMITES DE LA PRUDENCIA

Otra cara del miedo es la que nos lleva a vivir la vida con cierta prudencia. Temer algo o a alguien puede ayudarnos a sobrevivir en una situación de peligro o una experiencia estresante. A lo largo de la historia, el miedo ha sido un arma de defensa que ha permitido al ser humano desarrollar habilidades extraordinarias para adaptarse a entornos difíciles y salvaguardarse de los peligros y las incertidumbres, lo que ha contribuido a la supervivencia de la especie.

La experiencia nos enséña que la prudencia, la duda o el miedo no tienen por qué ser malas compañías; condición es que no nos paralicen o nos hagan sufrir demasiado.

En ocasiones es importante ser comedido y mantener cierto recelo a fin de poder ocuparse de lo que puede ser importante para nosotros en cada momento.

Cuando evitamos totamente aquello que tememos, tratando de borrarlo incluso del pensamiento, es cuando alimentamos el miedo y lo podemos convertir en un monstruo desmedido. El miedo no desaparece por el mero hecho de que no pensemos en él o procuremos distraernos con otra cosa. La evitación nos protege temporalmente de la angustia que sentimos, pero perpetúa a nuestro temor y afecta a la percepción que tenemos de nosotros mismos.
Bet Font y Victor Amat

domingo, 2 de marzo de 2014

TODOS SOMOS UNO

"Darle a alguien todo tu amor no asegura que te ame, pero no esperes que te ame por el mero hecho de amarle; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona. Y si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharás de quien te gustaría que las dijera; pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón", asegura la Madre Teresa de Calcuta, quien dedicó su vida a servir y amar a los demás.
Ella, como los grandes maestros, afirmaba que todos somos uno y que lo que le ocurre a alguien en cualquier parte del mundo repercute de alguna manera en el resto de la humanidad.