lunes, 28 de abril de 2014

CELEBRAR LO COTIDIANO

Descubrir la magia del día a día depende más de nuestra forma de ver las cosas que de lo que sucede a nuestro alrededor. Cada instante encierra un tesoro.
A veces tenemos la sensación de que ocurren pocas cosas extraordinarias en la vida. Nos fijamos en los grandes acontecimientos- una boda, un largo viaje, el nacimiento de un hijo- y no apreciamos los regalos que, momento a momento, nos ofrece cada jornada.
En una de las escenas más recordadas de Alicia en el país de las maravillas, el Sombrerero Lóco celebra el ”día del no cumpleaños”. Es decir: cada fecha del calendario merece una fiesta, ya que la existencia se vive día día y nunca sabemos cuándo va a terminar.
Si tomamos conciencia de ello, estaremos en disposición de celebrar lo cotidiano.
Cabalgando a lomos de lo urgente, a menudo nos pasan inadvertidas las pequeñas maravillas que dan sentido a nuestros días. La magia de la vida se muestra a menudo en lo humilde y sutil. Como reza un viejo proverbio oriental: “estás aquí de paso, detente a mirar las flores”.

viernes, 11 de abril de 2014

ENCONTRAR NUESTRO SER VERDADERO

Las Neurociencias afirman que el cerebro necesita veintitrés centésimas de segundo para realizar las operaciones que preceden a la acción. Es el espacio de tiempo de la espontaneidad. Pasado un segundo, cualquier acción en respuesta a una estimulación no merece el calificativo de espontánea. Solo durante veintitrés centésimas no podemos recurrir al pensamiento. Entonces, ¿de dónde procede un acto que surge antes de ese lapso de tiempo? En ese lapso extremadamente corto, pasamos a la acción, es una manifestación del inconsciente. Una reacción inmediata emergiendo de un fondo, que en parte, permanece oculto para nosotros. Esto quiere decir que la espontaneidad nos muestra en profundidad aquello que somos y nos permite conocer mejor las partes más íntimas de nuestro ser.

A esta velocidad, nuestros filtros y limites, las creencias, la moral... no tienen tiempo de manifestarse y, por esta razón, ese momento es tan importante en el zen: lo que emerge en ese instante es el ser en toda su desnudez, en toda su verdad. El ser auténtico, no filtrado, el que tratamos de controlar, de encajar en un modelo social.
De forma natural, tendemos a comparar estas dos maneras de actuar y a preferir la espontánea. Y, suavemente empezaremos a derivar hacia una acción más inmediata, más rica. Sorprendente para nosotros y para los demás. Tendremos la impresión de volver a la naturalidad de la infancia, a esa frescura renovada y maravillosa. Descubriremos una libertad que emerge de nuestras zonas más profundas y exprese, con la mayor exactitud, lo que somos realmente: eso que los maestros zen denominan un “ser verdadero”.
Daniel Odier